Trampa #1.- Tomarlo personal.
Alternativa: intenta mantenerte objetivo.
Repítete: “Esto no se trate de mí”
Hay qué tratar de mantener la mente enfocada en el presente, no dejarla imaginar a futuro, hacer suposiciones, avivar rencores o sucesos pasados.

Las personas con “autorregulación” (es una habilidad de la inteligencia emocional), tienen siempre una ventaja en el manejo del estrés y en el éxito laboral. Controlan su respuesta retardándola, usando el intelecto antes de permitirse reaccionar.
Trampa #2.-Tratar de controlar
Alternativa: ofrecer una alternativa y/o postergar
Si vemos a otro muy presionado, ofrecer la alternativa de retomar el tema o la decisión en otro momento.
Si nosotros sentimos que empezamos a tener síntomas físicos como: tensión muscular, boca seca, movimiento intestinal, aumento de temperatura en la cara, tensión en maxilar (mandíbula); no obligarnos a enfrentar la situación y proyectarnos “en control”.
Darse a sí mismo y a otros la opción de postergar un momento de tensión puede reducir la presión, crear espacio y evitar enfermedades físicas.
Trampa #3.- Minimizar las emociones
Alternativa: validar la experiencia sin juzgarse (o al otro).
Decirle al otro: “Es normal que te sientas abrumado en este momento, pero…”
Decirse a sí mismo: “Tienes derecho de sentirse abrumado, esta sensación pasará”
La validación establece una conexión profunda con los otros y hasta en momentos de tensión y estrés, puede fortalecer las relaciones.
Validar las propias emociones sin juzgarlas, sin reprimirlas genera fortalecimiento de la autoestima y también reduce la somatización.
Nos permite respetar los tiempos y momentos de nuestro ánimo y protegernos del desgaste de no permitirnos SER
Trampa #4.-Igualar la intensidad del estrés
Alternativa: Modelar con calma
Cuando una persona o situación estresante se presenta, nuestro cerebro activa su respuesta natural de sobrevivencia ante la amenaza externa, por lo que, de forma automática e irracional, si la otra persona grita; nosotros gritamos. Si el otro ataca, nosotros reaccionamos atacando, usando el mismo lenguaje y tono.
Bajar el tono de voz. Reducir nuestros movimientos y mantener la calma. Mantener el foco en el tema de la discusión y no permitir que el otro se disperse a otros temas o momentos.
Evitar la sobregeneralización como “Tú siempre”, “Nunca haces…”, mantenerse en el presente y en calma para que el otro iguale la energía y vocabulario para poder resolver.
Mantén el lenguaje verbal relajado y controlado, la respiración larga y natural.
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Fuente: Centro de Crisis y Trauma (2025)