Identifica cómo piensas y logra ser un poco más feliz 😊 😊
La vida puede ser difícil en ocasiones por muchas razones válidas. Pero ¿qué pasa cuando todos los días de tu vida se sienten como una lucha constante? Cuando casi ninguna situación, reto o problema se enfrenta sin desgaste. Tal vez en parte nuestra mente esté jugándonos en contra y complicando nuestra percepción de las situaciones y evitando que veamos la vida con otros ojos, restringiéndonos la capacidad de sentirnos satisfechos y felices.
Nuestro cerebro activa nuestras habilidades cognitivas (razonamiento, inferencia, memoria, análisis, comparación, clasificación, etc.) así como nuestras emociones relacionadas a la situación o evento y después generar una correlación genera una especie de “conclusión sintética” que llamamos “Pensamiento”.
El Pensamiento es la forma en que decidimos “pensar” o “representar mentalmente” un problema o situación. Este a su vez detona emociones, las emociones determinan el estado anímico y estas “motivan” una conducta (o la inhiben).
Cómo pensamos el mundo, determina nuestra capacidad de disfrutar o padecer nuestra vida.
Por tanto, repasemos los 3 errores de pensamiento más frecuentes en los que incurrimos.
1.- Pensamiento lineal
Pensamientos como “No pain, no gain”, “Si no se sufre, no se gana”, “Tienes lo que mereces”. Generan dos hábitos mentales nocivos: Sobrepensar y subestimar los pequeños logros.
Alimentar pensamientos de sacrificio, fatiga, merecimiento, sobreesfuerzo. Relacionar resultados frustrantes de un esfuerzo con que “me hizo falta más esfuerzo”, genera un detrimento de la autoestima y un hábito de autoimponerse tareas complejas.

Percibir la vida como que “debo disfrutar algo que no me gané sudando y sufriendo” nos llevará a no ver que la vida tiene muchas variables ajenas a nuestro control. También nos presenta oportunidades diversas que no esperamos (y que no trabajamos) y esas también hay qué aceptarlas.
2.- Pensamiento de Status Quo
Línea de pensamiento: “Si mi rutina funciona; ¿por qué cambiarla?”, “Si todos lo hacen así, debe estar bien”, “Si casi nadie vive así, debe estar mal, ni para qué intentarlo”.
¿Qué genera este estilo de pensamiento? Explorar el mundo de tu forma singular de ser. Conectar contigo mismo y conocer rasgos de personalidad y habilidades, actitudes y formas de vida que no sabías que disfrutabas o tenías.
A menudo genera insatisfacción constante con la propia vida, la persona se pregunta en silencio “Si hago todo «bien» ¿por qué no me siento feliz? DEBERÍA ser agradecido, sigo la receta social-moral, algo DEBE estar mal en MÍ”.
El apego desmedido a las reglas, estándares sociales, expectativas familiares y planes de vida juveniles nos lleva a alimentar este pensamiento que nos conduce a una vida estandarizada en dónde nos limitamos aceptando ideas y experiencias de otros.
3.- Pensamiento Narrativo
Este hábito de pensamiento conecta eventos aislados con una narrativa personal. Que puede provenir inconscientemente de las inseguridades propias, complejos, traumas, miedos, etc.
Por ejemplo: “Mi compañero no me ayudó con mi reporte porque nunca nadie quiere ayudarme, todos creen que no tengo futuro en la empresa, que soy un fracaso, que ya debería de saber usar el Excel solo, siempre todos me ven menos”
Creer en la “mala suerte”, en la teoría del “Patito feo” (soy el marginado), limitar la propia vida debido a una explicación fantasiosa del por qué no se es funcional como adulto, por ejemplo: no manejar, no usar un boiler o estufa, no maquillarse, no usar celular o redes sociales, negarse a usar una computadora, evitar grupos grandes de alimentos.
Y esto seguido de una justificación (hilo de pensamiento) del por qué somos “diferentes” que los otros adultos por lo que evitamos siquiera intentarlo.
Justificar mentalmente y validar la evasión (no intentar aprenderlo o enfrentar el estrés) convenciendo a los otros de hacerlo por mí, genera que limite mi vida a “huir” del problema, sobrepensarlo y siempre estar justificando o racionalizando las razones.
Pero pierdo la oportunidad de fortalecer mi tolerancia a la frustración, limito mi vida por evitar esa función que me “estresa”. Sería libre mi mente del sufrimiento de narrarme una historia que la justifique y abonaría a mi autoestima si tan solo lo asumo y enfrento.
Escuchamos decir que “identificar el problema es el inicio de la solución”, pero en la mayoría de las veces no lo es. A veces saber lo que nos pasa nos genera angustia y no sabemos qué más hacer con ella.
Si quieres mejorar tus posibilidades de apreciar tu vida más seguido y padecerla menos, trabaja en ello, pide ayuda. Escríbelo, platícalo, escucha a otros. Busca un especialista.
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¡Vivamos mejor!
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